Acabo de regresar de mi viaje a Cuba y siento que he vuelto enamorada. Gran parte del encanto de viajar a otros lugares es hablar con la gente, compartir experiencias y formas de vida, aprender de otros… Esto que ocurre en todos los lugares, pasa en mayor medida en Cuba. Principalmente porque compartimos lengua y todo es mucho más fácil así. Además, es porque los españoles somos muy parecidos a los cubanos. Por lo general somos abiertos, curiosos, habladores… se nota que hemos sido familia. A todo esto se le une el hecho de que la actualidad en cuba es muy complicada. Los cubanos necesitan hablar, que conozcamos su situación, las dificultades que tienen, desahogarse…
Si viajas a Cuba o ya lo has hecho, sabrás que la oferta hotelera es bastante cara y escasa y que la opción más común y usada es alojarse en casas particulares que rentan habitaciones. Es verdad que habrá gente que pasará por estos lugares sin tener mucho contacto con la familia que les aloja pero, sin dudarlo, no es lo que te recomendamos. Los cubanos son unos enamorados de su país. A pesar de que muchos no conoce más que la zona donde viven, hablan de Cuba con un entusiasmo contagioso.
No solo hablamos con los cubanos donde nos alojábamos. Paseando por la calle se nos acercaban muchos ‘jineteros’ que querían ofrecernos un taxi, un restaurante o un lugar donde comprar puros más baratos. Pasar de eso a hablar sobre Messi y Cristiano o sobre tal serie española es cuestión de segundos.
Estas son algunas de las muchas personas con las que hablamos en nuestros 15 días en Cuba por libre y que hicieron que nos enamoráramos.
Sr Tomas el guitarrista
Lo conocí en una calle cualquiera de La Habana, sentado en la puerta de su casas. Algo muy común en Cuba. Al verme la cámara colgando me gritó, ‘fotógrafa, hazme una foto’. Lo siguiente que me dijo fue si me gustaba la música. Le costó un segundo sacar la guitarra para empezar a cantarme canciones sin parar.
Me contó alguna que otra aventura que dice que había tenido en un viaje a Málaga donde intentó abrirse camino. Dice que no era para él eso de levantarse a las 7 de la mañana para trabajar y que con tanto frío los dedos se le congelaban para tocar la guitarra y no podía trabajar con ella así que se volvió. Sacó otra guitarra para Javi y estuvieron tocando juntos otro buen rato.
Con nosotros también estaba un vecino de Tomás que nos dijo que solía pasar a ver como estaba ya que vivía solo y ya contaba 78 años. Le daba ‘una vuelta’ como él dijo.
Yanina
El primer día que pasamos en La Habana nos dimos una buena paliza de andar, como es habitual en nosotros. Cuando ya era de noche y estábamos a varios kilómetros de la casa donde nos alojábamos vimos a un grupo de personas en un lado de la calle que parecía que esperaran el bus. No había ninguna señal que marcaba que eso era una parada así que pregunté. No me equivocaba, era una parada pero… ‘había una señal pero… ya tu sabes, las cosas se caen’. Esto fue lo que me dijo Yanina.
Ella trabaja en una casa de huéspedes y soñaba con ir a ver a su tia a Gran Canaria donde ella vive. Me dijo que las posibilidades de hacerlo eran nulas y que sabia que nunca podría salir de Cuba. Nos montamos en el bus que nos indicó pagando 0,40 CUP (0,016 dólares) por persona. Se la veía cansada, más que nosotros pero sonreía sin parar.
El vecino
Andábamos paseando un rato por el malecón, un poco hartos de los jineteros que nos ofrecían comprar puros baratos en la casa de los trabajadores de la Embajada de España. Vemos a un chico joven que venia hacia nosotros fumándose un puro y… que íbamos a pensar? a esto que nos grita… ‘eh, vecinos’. Nosotros? en La Habana? Llevábamos 2 días en la ciudad y la estampa nos pareció surrealista.
Resulta que estaba en lo cierto y en la costumbre, super extendida en Cuba, de pasar un rato en el balcón por la mañana nos había visto hacer lo mismo desde el Hostal Havana. Estuvimos hablando de nuestro plan de viaje y nos dio muy buenos consejos. Estas cosas solo pueden pasar en un lugar como Cuba!
Yeni
Mira que nos habían avisado que no cogiéramos a nadie haciendo ‘la botella’ o autostop. Ni un día tardamos en saltarnos el consejo! Encontramos a Yeni a unos 20 km de Viñales. Hacia 30 grados y un sol que en Cuba pega que no veas. Teníamos claro que lo mejor era seguir las recomendaciones que nos habían dado por seguridad pero es que Yeni estaba embarazada.
Nos contó que quería una niña para que le ayudara en la casa. La sociedad cubana es muy machista y las mujeres cargan con todo. nos habló de Viñales con un entusiasmo infinito. Trabajaba en una de las fincas de tabaco del parque nacional de Viñales. Quedamos con ella al día siguiente para que nos llevara donde trabajaba y contratar a través de ella la excursión a caballo.
Francisco, Leandro, Axel… y otros muchos a los que no ponemos nombre. Todos nos ayudaron a hacernos una mínima idea de las dificultades que tienen los cubanos en su día a día, de la rabia que sienten hacia muchas injusticias que sufren, del amor infinito a su país… Todo esto y más me ha hecho volver enamorada de Cuba y de los cubanos. Porque la Cuba que conoces a través de la gente no es la misma que te muestran los Patrimonios de la Unesco. Porque lo que sin duda te deja huella de un viaje a la isla es su gente.